Se trata de una imagen de indudable valor histórico y artístico que data de finales del siglo XVI o comienzos del siglo XVII, de autor anónimo. Posteriormente ha sufrido dos restauraciones, una en 1976 por parte de D. Francisco Peláez del Espino y posteriormente, en 1997, a cargo de Dª. Mariola Ruiz Castro, miembro del equipo de trabajo dirigido por el profesor Arquillo. Su tamaño parece ser un poco menor de lo habitual, de unos 160 centímetros de altura, con las características propias de una Dolorosa, y de la que antiguamente recibía culto en el Convento Mercedario del Corpus Christi.
Es una talla de candelero en madera con rostro y manos policromadas. En su rostro observamos cejas rectas y levemente arqueadas hacia las sienes y ojos de color castaño, con pestañas del mismo tono. Nariz recta, boca ligeramente entreabierta y cinco lágrimas de cristal que surcan sobre sus mejillas de color agradablemente sonrosadas. Destacar en su rostro, su ingenua y delicada belleza, así como sus dulces rasgos, que logran aunar al mismo tiempo el sufrimiento y la ternura, el dolor y la divinidad, con la gracia más singular.
En sus manos, subrayar su perfilada y concreta simetría de porte natural y sereno. Sobre su mano derecha porta delicado pañuelo y sobre su mano izquierda, un rosario.
Su vestimenta consta de alba interior blanca, manto de color burdeos, o rojo borgoña, al igual que el hábito de Jesús Cautivo, con saya del mismo color bordaba en hilos de oro, con pecherín de color blanco o beige. Durante los cultos en su honor, puede vestir con saya de color blanco también bordada en hilos de oro, y en determinadas fechas en camerín, podemos verla con hábito de color verde (antiguo color del hábito de Nuestra Madre), negro (durante Noviembre, mes de los difuntos) y/o azul (durante Mayo, mes de María, o en Diciembre, el día de la Inmaculada Concepción de María, advocación relacionada directamente con nuestra Hermandad).
Sobre su cabeza, porta corona de orfebrería en metal bañada en oro, realizada en los talleres donde prácticamente se ha realizado su paso de palio en lo que a orfebrería se refiere, talleres de D. Manuel de los Ríos, donde pacientemente se restauraron también sus característicos e interesantes respiraderos antiguos, y que antaño, pertenecieron a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de nuestra localidad.
Los bordados que encontramos tanto en las vestiduras de Nuestra Madre, como en su palio, han sido realizados en el taller de D. Jesús Rosado, en Écija. Nuestro Hermano y miembro de la Junta de Gobierno, D. Diego Muñoz, también ha elaborado varias piezas de bordado.